domingo, 21 de noviembre de 2010

Taj Mahal: Una brillante historia de Amor

   Hace muchos años, un príncipe heredero de quince años conoció a una adolescente de catorce; la leyenda dice que la joven vendía en un bazar bagatelas cuando se vieron por primera vez. Ella Se llamaba Aijumad y él Sha Jahan. Ella era bella, inteligente y culta, pero las razones de estado interfirieron en su compromiso: el príncipe fue obligado a tomar por esposa a una princesa como él, hija del rey de Persia. Pero la ley musulmana vino en su ayuda: permitiendo que un hombre tuviera cuatro esposas, tuvieron que esperar cinco años para casarse, tiempo durante el cual no pudieron verse ni una vez. Sha Jahan, por fin pudo reunirse con su amada en el año 1612. Poco después, el nombre de ella sería cambiado por otro: Mumtaz Mahal, qué significa, literalmente, "la elegida del palacio". Tras 19 años de matrimonio y de una vida de gran amor, Mumtaz fallece en Berhanpur, luego de dar a luz a una niña, su hijo N° 14. Ella se encontraba allí  acompañando a su esposo en una campaña, cuyo objetivo era sofocar una rebelión.
En su lecho de muerte, la reina le pidió a su rey que construyera en su memoria un monumento sin igual en el mundo.
   El emperador se sintió morir también. Su tristeza era tan profunda que se encerró en sus habitaciones ocho días con sus ocho noches, sin probar comida ni beber. Al cabo de ese tiempo, pálido y envejecido, salió y ordenó que se cumpliera el luto en todo el reino. Prohibió usar vestimentas de colores, tocar música, usar perfumes y joyas, y hasta llegó a prohibir la sonrisa entre los súbditos.
   Mientras tanto, Jahan hizo un juramento: Mahal tendría la tumba más hermosa que el mundo hubiera visto jamás, en testimonio de su amor y para que el recuerdo de su nombre perdurara por siempre.
   Con la fusión de la tradición hindú y la persa-musulmana dando forma en mármol blanco, se obtuvo como resultado la construcción del Rauza, es decir de la tumba de la “elegida del Palacio”, a pedido de Shah Jahan.  En 1653, se finalizó con este gran mausoleo de amor.
Este majestuoso homenaje tuvo su lado costoso para Shah Jahan quien perdido por su  amor vivía para venerar a su mujer. A tal punto que esta obra fue adornada en su interior y exterior por piedras preciosas de distintos países. Esto llevo a que este emperador caiga rotundamente en una ruina económica y consecuentemente en la pérdida de su trono.

   El hijo del Shah Jahan rompió con la simetría, por venganza, por envidia o por amor, al enterrar a su padre al lado de Mumtaz Mahal. Ella está representada por una pequeña loza, y el Rey, por un tintero, símbolo de la mujer como un papel en blanco en la que escribe su marido. El Shah Jahan vivió sus últimos años prisionero en el Fuerte Rojo, desde donde contemplaba el Taj Mahal a través de su ventana. En su lecho de muerte, a los 74 años, pidió que se le colocara un espejo para ver la tumba de su esposa. Se dice que cuando murió, miraba el Taj Mahal
Finalmente, este fallece en 1666, el cual es enterrado en el Taj junto a su amada esposa. Sin embargo, la historia cuenta que Sha Jahan había proyectado construir justo enfrente del Taj, una replica exacta en mármol negro y unir ambos mausoleos mediante un distinguido puente. Sin embargo, hoy podemos decir que este monumento, quintaesencia del arte musulmán en la India es el regalo del emperador a toda la humanidad.
Hoy,  el gran monumento de amor es una de las “Siete Maravillas del mundo”. Su nombre “Taj Mahal”, se traduce generalmente como “Palacio de la Corona” o “Corona del Palacio”, pero los historiadores nos afirman que su designación no es más que una abreviación del nombre de la Elegida del Palacio, Mumtaz Mahal.

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